Hace unos días me enviaron un vídeo viral con la rutina matutina del coach de fitness Ashton Hall. Si no lo has visto, aquí lo tienes.
Es la clase de video que polariza:
- Por un lado, hay personas que creen que cuidarse implica rutinas extremas, rígidas y obsesivas, algo insostenible a largo plazo.
- Por otro lado, están quienes descalifican cualquier disciplina o estructura, perdiendo de vista que algunos hábitos sí aportan beneficios si se aplican con criterio.
Al principio, solo vi lo ridículo del vídeo, como la mayoría de compañeros nutricionistas y entrenadores que sigo, que se han lanzado a parodiarlo. Y no vamos a negarlo: el vídeo da para reírse un rato.
Pero luego lo volví a ver. Y al día siguiente, otra vez. ¿Por qué no podía parar de verlo?

Muchas veces no decimos lo que pensamos por miedo a ser ridiculizados
Ya sé que la audiencia de Ashton son personas que creen en la filosofía “tanto tienes, tanto vales”, y a quienes deslumbra el brillo de un Rolls Royce.
Y sí, está claro que los vídeos que se hacen virales no son los mensajes matizados, meticulosos y concienzudos, basados en la evidencia científica y contados de una manera honesta.
Y me pregunto: ¿Y qué?
Vale, las redes sociales son el caldo de cultivo para que proliferen ese tipo de contenidos llamativos, ok.
Precisamente por eso quiero pararme un momento y serte sincero.
Porque aunque rechazo ciertos aspectos del vídeo, hay otros que, no te voy a engañar, respeto, admiro y me inspiran.
Y sí, a veces quisiera estar así de fuerte, aunque mi mujer probablemente me echaría de casa y eso me hace pensar que para qué querría yo eso si además mi autoestima no va por ahí, pero el cableado mental, a veces, es como es, y ese primer impulso al ver vídeos así son como son, aunque luego los filtremos y decidamos ser una versión más madura de nosotros mismos.
Pero vamos, ya te lo digo con franqueza, el instinto primario que nos viene a la cabeza a muchos chicos al ver ese vídeo es: “La madre que me parió, ya me gustaría estar así de fuerte como el vinagre».
Mi objetivo con esta newsletter es no quedarme en la parodia y ofrecer una visión equilibrada.
Porque incluso en el caso de Ashton Hall hay cosas valiosas, aunque haya otras cuestionables.
Lo Valioso: 3 Cosas Que Rescato de Ashton Hall
- La agenda refleja tus valores:
- No hablo de levantarse a las 3:50 AM sino de hacer tiempo en las primeras horas del día para practicar ciertos hábitos (cuando tenemos más energía y es menos probable que las urgencias del día nos atrapen).
- En concreto me fijo en dos: meditar unos minutos y entrenar. Son dos hábitos que hacen que el resto del día sea más llevadero y lo afrontemos con más banda ancha emocional.
- Nuestra agenda siempre revela lo que realmente valoramos y dar a esos hábitos la importancia de las primeras horas habla por sí mismo.
- La incomodidad para crecer:
- El otro día escuchaba un podcast donde Simon Hill entrevista al autor Robin Sharma (El monje que vendió su Ferrari) y Sharma hablaba de que «las decisiones difíciles conducen a una vida más fácil». La mejora auténtica siempre implica alguna forma de incomodidad. Sharma dice: “Frequent discomfort is the price of accelerated progress.”
- No hay crecimiento en lo cómodo.
- Reducir fricciones para favorecer hábitos:
- Aunque no todos podemos tener el gimnasio y la piscina en casa como este caballero, reducir la fricción de cualquier acción que queremos repetir es una habilidad que favorece que convirtamos esa acción en hábito.
- En ejemplos para mortales podría ser:
- tener la ropa para entrenar lista
- dejarse el desayuno por la noche en la nevera preparado
- no necesitar de un coche o un transporte para llegar al gimnasio
Lo Cuestionable: 3 Cosas Que Rechazo De Su Rutina
- Marketing enterrador:
- La necesidad de captar la atención hace que uno se esfuerce por diferenciar su mensaje del resto.
- Y eso nos hace caer en un reduccionismo que empobrece el trabajo de educación o divulgación: la nutricionista que solo se centra en inflamación, el que te habla de la dieta Keto, la influencer que te dice que los picos de glucosa son lo peor, etc.
- Por eso, si lo que da visualizaciones es ver cómo sumerges la cara en hielo a las 4:00 de la mañana o cómo te pasas un plátano por la cara, pues lo haces.
- El problema de ese marketing todavía es mayor cuando encima es engañoso (porque ese físico no se hace comiendo mucho y entrenando fuerte…)
- Una rutina solitaria:
- Imagino que Ashton no está casado y, si algún día lo está, no sé cómo afectará eso a su rutina. Pero si algo tengo claro es que construir hábitos de salud mediante rutinas solitarias enfocadas exclusivamente en uno mismo no solo es solitario, sino poco satisfactorio en el largo plazo.
- Aquí es donde la ecuación del libro El Almanaque de Naval Ravikant vuelve a tener todo el sentido como máxima de vida plena: “Una mente en calma, un cuerpo en forma y un hogar lleno de amor”.
- En esa rutina falta la última parte de la ecuación.
- La salud como juego de estatus:
- Aunque el vídeo parezca que habla de disciplina y mostrar su cuerpo para que otros al verlo digan “wow, yo quiero algo así, me quiero formar contigo“, aunque parezca eso, en realidad es un juego de estatus.
- Y exhibir tu cuerpo y tus hábitos de salud para posicionarte en un nivel superior, como tener un Rolls Royce, es algo que aborrezco.
- Porque la salud no es un juego ni de suma cero ni de estatus, es un juego infinito que causa rechazo cuando se hace exhibición de él.
- Esa idea de la salud como nuevo lujo, como si fuera el último modelo de un Bentley… Pues eso.
En Pocas Palabras
Esta newsletter no va de defender o criticar a Ashton Hall.
Va de desmontar la idea de que cuidarse es sinónimo de obsesión, y al mismo tiempo, dejar de ridiculizar cualquier intento serio de tener estructura y disciplina.
Muchos rechazamos ver la salud como un juego de extremos o de estatus.
No necesitas sumergir tu rostro en hielo a las 4AM ni un gimnasio en casa para construir hábitos sólidos. Pero tampoco deberías desestimar el poder de una buena rutina porque venga envuelta en un envoltorio extravagante.
A veces, entre tanto ruido, merece la pena detenerse, observar con más atención y rescatar lo que sí vale la pena, venga de donde venga.
Eso es todo por esta semana.
Nos vemos el sábado que viene.