¿Alguna vez te has sentido en un ciclo interminable de dietas fallidas y hambre constante? No eres la única persona. Muchas luchan con un hambre crónica que no se puede controlar solo con fuerza de voluntad. Aquí es donde entra Ozempic. Este artículo contiene la investigación científica y los testimonios de Ozempic más útiles sobre cómo los nuevos medicamentos para perder peso están cambiando vidas al ofrecer una solución para este problema.
Después de varios meses de experiencia con Ozempic y otros fármacos similares, pensé: ¿cuál es la razón por la que están triunfando tanto? Mi objetivo con este artículo es que cualquier persona que haya fracasado con una dieta o que se sienta atrapada con su peso se sienta comprendida. También quiero explicar por qué son tan importantes los nuevos medicamentos para perder peso y, para ilustrarlo mejor, he llenado mi análisis de testimonios de pacientes y de profesionales.
Sigue leyendo para conocer sus historias.
¿Qué es Ozempic y Cómo Funciona?
¿Qué es Ozempic?
Ozempic es un medicamento inyectable que se ha utilizado principalmente para tratar la diabetes tipo 2 durante casi 20 años. Sin embargo, recientemente (unos dos años) se ha destacado por su capacidad para ayudar a las personas a perder peso al controlar el apetito.
¿Cómo Funciona Ozempic para Controlar el Hambre?
Ozempic tiene la capacidad de imitar a las hormonas saciantes que el cuerpo produce de forma natural tras una comida, como el glucagón, y le hacen creer al cerebro que estás lleno. De ahí viene el nombre de GLP-1, que por sus siglas en inglés significa “péptido similar al glucagón”. Todo ello redunda en el mismo resultado: nos saciamos antes y tenemos menos apetito. Si quieres saber más sobre Ozempic, te dejo aquí mi guía más completa sobre su uso.
Las 2 Creencias Opuestas Sobre el Peso
Los nuevos medicamentos para perder peso ya forman parte de las conversaciones de ascensor. En realidad, es una noticia fantástica, pero ahora tenemos que hacer todo lo posible para divulgar con calidad qué son y para quién son estos fármacos.
En mi investigación de la calle, es decir, analizando qué pensamos sobre estos fármacos a nivel poblacional, me he encontrado con que, en el fondo, todo se puede resumir en dos formas de verlo. Dos creencias opuestas que entran en conflicto sobre su uso: Ozempic es prescindible versus Ozempic es imprescindible.
Creencia 1: Ozempic es prescindible
Vamos a asumir la voz de una persona con esta creencia. Diría algo así:
A mí me sobraban 30 kilos y cuando empecé a verle las orejas al lobo en forma de hipertensión, colesterol y problemas en las articulaciones, tuve claro que aquello no se solucionaba solo con dieta, tenía que empezar a mover el culo. Menos silla y más actividad.
En dos años de cuidar lo que comía (insisto, cuidar lo que comía y las cantidades) e integrar el ejercicio en mi vida diaria, había bajado 25 kilos.
Mis matemáticas fueron sencillas y lo siguen siendo: quemar más calorías de las que me meto garganta abajo. Y cuando llego a casa, después de hacer 30 minutos de ejercicio diario, te aseguro que puedo comer casi lo que quiera.
Desde mi propia experiencia, no compro el argumento de lo de pasar hambre. Por cierto, la hipertensión y la hipercolesterolemia han desaparecido.
Creencia 2: Ozempic es imprescindible
Vamos a asumir ahora la voz de una persona con esta otra creencia respondiendo a la primera. Diría algo así:
Su caso no representa a la mayoría que sí tiene que vivir pasando hambre, haciendo ejercicio y comiendo cosas y cantidades de por vida que ni apetecen ni satisfacen. ¿Acaso eso es salud? ¿Y si no te gusta hacer ejercicio? ¿Por qué tengo que convertir mi vida y mi rutina en una maratón de obligaciones y disgustos?
Para mí, media hora de ejercicio y nada es lo mismo; como no haga una hora diaria de ejercicio intenso más otros veinte minutos, media hora de ejercicios de fuerza y no me muera de hambre cada día de mi vida, no mantengo el peso perdido.
¿Le parece sostenible, agradable y sano vivir pasando hambre, despertarse de hambre, no poder concentrarse en el trabajo y sentirse culpable, ansiosa y presa del pánico cada vez que hay comida delante por miedo a engordar?
Sinceramente, prefiero vivir con un sobrepeso manejable que empeorar mi relación con la comida, mi vida social y mi salud mental para mejorar mi salud física. Me pasé así muchos años y estar en mi peso nunca me dio tanto bienestar y felicidad como me lo da ser libre, no tener que hacer un ejercicio que me arruina el día y comer lo que me apetece hasta saciarme en cantidades normales.
Claro que no es lo mismo un sobrepeso de 10-15 kg que de 30. Lo felicito por su cambio de hábitos y le deseo que los mantenga mucho tiempo.
¿Quién tiene razón?
Fíjate en una palabra que he resaltado en ambos testimonios o creencias. ¿La ves? Es la palabra hambre. En mi vida le he dado muchas vueltas a la idea de que muchas personas hemos fracasado con las dietas. Y que somos fracasados dietéticos. Pero, a diferencia de lo que muchos sostienen, estoy convencido de que las dietas son más responsables en ese fracaso que las personas.
Viendo el tremendo éxito de Ozempic y otros medicamentos que están apareciendo para perder peso, me hice esta pregunta: ¿por qué Ozempic es la solución que todos los fracasos dietéticos necesitan?
Esa pregunta me hizo, en primer lugar, darme cuenta de que las dos creencias de más arriba no tienen el mismo punto de partida. No parten de la misma experiencia. Es decir, probablemente las dos personas dicen la verdad. Su verdad, claro. Ambas podrían tener razón. La diferencia de sus creencias está en su experiencia del hambre.
Tony Goldstone, endocrino del Imperial College de Londres e investigador que trabaja con pacientes de Prader-Willi, comenta en una entrevista: “La gente cree que solo come porque cognitivamente decide comer. Pero gran parte no tiene lugar a ese nivel consciente”.
La enfermedad de Prader-Willi es un trastorno genético que, sobre todo, se caracteriza por un apetito que no cesa, con claro riesgo de obesidad.
La conclusión que saco de esto y de mi experiencia en consulta es que la capacidad de percibir la saciedad —y el hambre— varía, como resultado de diferencias genéticas en los circuitos cerebrales que controlan el apetito.
En algunos casos, como las personas que padecen Prader-Willi, es más evidente que en otras, donde es más sutil, como ese amigo que apenas come y que está delgado sin aparente esfuerzo (y, por tanto, quizá no logre entender por qué alguien tiene problemas con el peso).
Los nuevos fármacos moduladores del hambre manipulan los sistemas reguladores hormonales que rigen el apetito. Los fármacos simulan la acción de nuestra hormona natural saciante GLP-1, pero con efectos más duraderos, manteniendo la señal de saciedad más tiempo.
Por tanto, las personas a las que les costaba sentirse saciadas, de repente, ya no les pasa, lo que les da la fuerza de voluntad de los afortunados a los que les ha tocado la lotería genética. En otras palabras, la persona de la “creencia 2” se asemeja a la persona de la “creencia 1”. Ahora el concepto de hambre que comparten es más parecido.
El Hambre Crónica: Más Allá de la Fuerza de Voluntad
Ahora déjame contarte cómo Oprah Winfrey volvió a presentar un programa de televisión después de mucho tiempo sin hacerlo.
Fíjate: Oprah, una de las personas más influyentes a nivel mundial, no presentaba un programa en horario de máxima audiencia hace mucho tiempo. No le hace falta. Sin embargo, esta mujer presentó este programa porque, a pesar de haber logrado casi todo en la vida, manejar su peso era su bestia negra. Esa tarea que siempre la derrotaba. Esa tarea imposible.
Conviene leer entre líneas de estos sucesos porque, leyendo entre líneas, podemos meternos realmente en la cabeza de alguien para quien el peso ha sido toda la vida una batalla perdida. El alivio que han supuesto estos medicamentos, o mejor diré la liberación que han traído a sus vidas, es el verdadero detonante que hay detrás de ese programa especial. Detrás de que Oprah, que no lo necesita, lo haga.
Hasta ahora han surgido medicamentos como Ozempic o, hablando de su caso concreto, Mounjaro. El título del programa no deja lugar a dudas sobre su contenido: “Vergüenza, culpa y la revolución de la pérdida de peso”.
No sé si hay otra persona cuya lucha contra su peso haya sido tan seguida y explotada como la mía. Durante 25 años, burlarse de mi peso fue el deporte nacional. Quería hacer este especial para las más de 100 millones de personas en EE. UU. y para las 1.000 millones en el mundo que sufren obesidad. Quizá eres tú o quizá alguien a quien amas.
— Oprah Winfrey
La entendí mucho porque yo he visto esa conducta muchas veces en consulta: cuando las personas no pueden controlar su peso corporal, suelen culparse a sí mismas.
A día de hoy sabemos, por estudios científicos que así lo han demostrado, que la gordofobia y la presión implacable para reducir la talla que encontramos muchas veces en la sociedad, solo contribuye a que la gente aumente más de peso. Sí, avergonzar a alguien por su peso contribuye a que suba.
Entre esa evidencia, los testimonios de Ozempic que me han contado y el ejemplo tan claro de Oprah, me he dado cuenta de que hay un factor clave para entender por qué tantas personas están considerando a estos nuevos medicamentos contra la obesidad como la solución. Por qué tanto las compañías Novo Nordisk como Lilly están creciendo tanto en bolsa. Es porque estos medicamentos alivian ese hambre sobre el que la fuerza de voluntad que quien no padece ese hambre ataca, no es capaz de hacer frente.
Lo diré más fácil: los medicamentos para perder peso funcionan tan bien porque apagan ese ruido del hambre, en esas personas para las que la fuerza de voluntad no es una herramienta útil.
Hay que darle la importancia que se merece. No desdeñarlo. Porque yo he juzgado estos medicamentos por la incertidumbre del efecto a largo plazo que tiene su uso y porque no hay ninguna solución que sea tan eficaz, tan segura, tan fisiológica y menos costosa que los hábitos.
Sin embargo, cómo sentimos el hambre puede ser muy distinto entre diferentes personas. Juzgamos ese hambre como algo más leve (”si comes es porque no tienes fuerza de voluntad”), cuando es un problema más serio.
Realmente empezar con hábitos en esas personas no sería tan eficaz como usar estos medicamentos, porque consiguen aliviar algo que con un plan de hábitos es más complicado, porque ese plan de hábitos debería ser un abordaje holístico para gestionar esas emociones y toda esa mentalidad que le permita a la persona lidiar con ese hambre tan acusado que siente.
Pero si eso es verdad, pensé, si ese hambre existe como describen, no solo no debería pasarse por alto ese problema, sino que se debería considerar como el gran desafío o necesidad no resuelta.
Fíjate si el apetito será importante que cuando una persona deja de fumar, es común que experimente un aumento en el apetito y una disminución en el metabolismo, lo que puede conducir a un aumento de peso. Este cambio se debe a la ausencia de nicotina y a las alteraciones hormonales que regulan el hambre y la saciedad, además de mejoras en los sentidos del gusto y del olfato, y factores psicológicos.
Es decir, comer de más no es tanto una elección personal como un comportamiento influenciado por tus hormonas, como venía a decir el Doctor Goldstone. Con esto tampoco deberíamos quitar nunca la parte de responsabilidad individual que todas las personas tenemos sobre lo que comemos, sobre nuestra ingesta. Pero creo que este enfoque es más justo, por cercano a la realidad, que el que supone que las personas con obesidad se mantienen obesas porque simplemente deciden comer más.
Hambre Crónica: Llamad a los Responsables
Pocos periodistas que no son profesionales de la salud han investigado tanto estos fármacos como Johann Hari. En una entrevista, Hari hace una comparación muy acertada entre el fracaso de la fuerza de voluntad y un paraguas en una tormenta. Imagina que estás en medio de una tormenta tremenda. Una seria tormenta, una lluvia intensa. Y tú tienes un paraguas. Hay gente cuyo paraguas es de fibra de carbono y parece estar diseñado por la NASA, pero no es el caso de la mayoría. La fuerza de voluntad es ese paraguas. A algunos les permitirá atravesar la tormenta y llegar al destino, pero a la mayoría se nos romperá en algún punto y nos mojaremos. Nos mojaremos mucho.
Para algunas personas, el hambre crónica es esa tormenta tremenda. No es simplemente una cuestión de falta de fuerza de voluntad. Sí creo en la posibilidad de que cada uno mejoremos nuestro paraguas, pero es un camino lento. Es un problema complejo que involucra señales hormonales y neurológicas que el cuerpo no puede controlar fácilmente. Muchas personas se sienten incomprendidas y culpables, pensando que su incapacidad para seguir una dieta es un defecto personal.
Vale, ahora ya no niego que esa sensación exista gracias a esos testimonios de Ozempic. No me parece mal abordarla con fármacos, pero prefiero seguir preguntándome por las causas. Al fin y al cabo, siempre es preferible prevenir que curar, ¿no?
Así que me hice esta otra pregunta: ¿qué es responsable de esa hambre crónica?
La respuesta me la dio Paul Kenny, profesor que experimentó en ratas. Paul se mudó desde Reino Unido a investigar en Estados Unidos. La principal diferencia que encontró al llegar al nuevo país en materia de alimentación era la sobreabundancia de oferta de alimentos ultraprocesados. Era mayor que la que recordaba en su tierra, en Reino Unido.
Después, investigando con ratas, se dio cuenta de lo que le pasaría si él empezara a comer tanto ultraprocesado y volviera a su país de origen: tendría hambre. Es decir, las ratas del estudio habían sido expuestas primero a comida real rica en vegetales y alimentos frescos. Después, fueron expuestas a comida ultraprocesada. El resultado es que cuando se les volvió a ofrecer alimentos frescos, las ratas los rechazaron. No quisieron volver a la alimentación fresca que llevaban antes.
Esta confirmación en animales le hizo ver claramente al investigador Paul Kenny que los ultraprocesados se cargan nuestra saciedad. Justo lo que fármacos como Ozempic nos devuelven.
¿Qué relación hay entonces entre el consumo de comida ultraprocesada y el hambre? Este estudio investigó cómo la obesidad y el consumo de azúcar añadido afectan a la secreción de GLP-1 después de una ingesta de glucosa. En concreto, se halló lo siguiente: la obesidad y la ingesta de azúcar añadida en la dieta interactúan para reducir la secreción de GLP-1 después de comer, es decir, los responsables de saciarnos no se secretan y el hambre permanece.
Se habla de “lucha injusta” y lo entiendo. Entiendo este problema. Entiendo que alguien con sobrepeso avanzado u obesidad no se sienta del todo saciado, especialmente si el consumo de ultraprocesados sigue presente. Los ultraprocesados no son toda la causa de los problemas de sobrepeso y obesidad que hay en el mundo. Pero si tenemos que buscar al principal culpable en todo esto, si hay un jefe responsable de dirigir todo el cartel de causas, ese jefe es sin duda el alimento ultraprocesado e hiperpalatable.
Y ahora añado otra cosa. El ruido alimentario no lo provoca solo los alimentos ultraprocesados e hiperpalatables, sino también la cultura de las dietas. El ruido de la comida puede ocurrir cuando no se come lo suficiente para satisfacer el apetito, a menudo bajo la presión de la cultura de las dietas, sin un nutricionista o experto detrás.
Sin embargo, este no es un artículo para explorar a fondo las causas, sino para entender las consecuencias. Así que sigamos hablando de lo que nos ocupa, el hambre.
Testimonios de Personas que Han Experimentado Hambre Crónica
Numerosos individuos han compartido sus historias de lucha con el hambre crónica en mi consulta. María, por ejemplo, siempre se sintió hambrienta sin importar cuánto comiera. «Pensaba que era mi culpa, que simplemente no tenía fuerza de voluntad», dice María. Pero el suyo y otros testimonios de Ozempic lo deja claro: «Por primera vez en años, puedo decir que no siento esa necesidad constante de comer. Es un alivio enorme».
Al buscar evidencia médica que me diera más pistas de cómo abordar con éxito estas situaciones, me encontré un creciente volumen de artículos que me introdujeron un nuevo término.
En concreto, me refiero a un artículo científico publicado por investigadores de la Universidad de Pensilvania, en EE. UU. En su estudio describen cómo los factores ambientales y personales influyen en la reactividad a las señales alimentarias («ruido alimentario») y cómo esto afecta los comportamientos alimentarios y los resultados clínicos. Se destaca que los agonistas del receptor GLP-1, como Ozempic (semaglutida), pueden disminuir este «ruido alimentario» y mejorar el control del peso.
Los autores dan forma científica a algo que conocemos muchos dietistas-nutricionistas en consulta. Ellos lo llaman modelo CIRO (Cue-Influencer-Reactivity-Outcome) y describe cómo las señales de comida (externas e internas) influyen en la reactividad de una persona ante la comida.
Es una herramienta conceptual para entender y estudiar el «ruido de comida», es decir, la preocupación constante por la comida, y diseñar futuras investigaciones en este campo. Un ejemplo práctico del modelo CIRO:
- Señal (Cue): Imagina que Juan está caminando por la calle y pasa junto a una panadería. El olor a pan recién horneado es la señal externa.
- Influenciador (Influencer): Juan ha estado a dieta y ha restringido los carbohidratos, lo que aumenta su sensibilidad a las señales de comida.
- Reactividad (Reactivity): Juan siente un fuerte deseo de comer pan debido a la señal olfativa y a su restricción dietética previa.
- Resultado (Outcome): Juan entra a la panadería y compra un bollo, lo que resulta en una ingesta calórica no planeada y en sentimientos de culpa después de comer.
Ahí es cuando entendí la forma que toma ese hambre. El cómo se materializa en la mente de una persona: estando casi siempre presente en forma de ruido.
Concretamente, “ruido alimentario”.
Ozempic y Compañía: Apagando el Ruido de la Comida, Perdiendo Peso
El ruido alimentario se define como pensamientos constantes e intrusivos sobre los alimentos que perturban la vida diaria y dificultan enormemente los comportamientos saludables. Tener menos ruido con la comida crea espacio para planificar comidas equilibradas e incorporar actividad (que es vital para mantener su salud).
En una persona con ese ruido alimentario, cuando tenemos hambre, nuestro cuerpo nos dice que comamos, casi se podría decir que emitiendo gritos, llamadas y súplicas que son imperativos que nos tiranizan, como muy bien explica la autora Kate Manne en este artículo de The New York Times.
Ozempic y el resto de medicamentos moduladores del hambre reducen ese apetito, apagan ese ruido y las personas comen menos y pierden peso de manera más sostenible.
Testimonios de Ozempic (y Otros Medicamentos)
Muchas personas que han tomado los medicamentos para la obesidad me han descrito cómo su experiencia del hambre ha cambiado de manera radical. Te voy a compartir un breve ejemplo:
“Siento que lo podía todo, menos este tema del peso que siempre me derrotaba. Este siempre era el gran problema irresoluble de mi vida”.
Esto me lo reconoció Carina, que me concedió una entrevista a micrófono cerrado fantástica que puedes descargarte gratis aquí donde me cuenta todo sobre su experiencia con Ozempic. (Pronto pondré el enlace aquí).
Como me reconoce Carina en esa entrevista, Ozempic le solucionó precisamente el “no puedo” en su vida. La mayoría de la gente que lo ha usado dicen algo parecido: “a veces no sientes esa saciedad hasta que te pones a comer cuando todo ocurre muy rápido, y al tercer o cuarto bocado ya te llenas”.
Parte de esa disminución en el ruido y aumento del bienestar viene de la bajada de peso y de un mejor control del azúcar. Esto lo vieron claramente en este artículo científico. Estudiaron a pacientes con diabetes tipo 2, aunque falta más evidencia que apoye esto en pacientes sin diabetes, pero con un IMC de más de 27.
Otros artículos han ido más allá del ruido alimentario y se han preguntado también por la influencia de estos medicamentos sobre el comportamiento: reduce compras compulsivas, reduce el consumo de tabaco (aunque no se sepa muy bien el mecanismo), parece ser que en las personas que consumen más alcohol también reduce su consumo y otros trastornos relacionados con el sistema de recompensa. Esto es lo que hace que algunos optimistas digan que este no es un fármaco para la pérdida de peso, es un fármaco que aumenta el autocontrol en general. En todos los ámbitos.
Ahora necesitamos más evidencia para respaldar eso. Y todo eso, no lo olvidemos, es mucho más importante que el cambio en el aspecto físico, que debería ser una consecuencia, no el fin. Un fin que bien podría ser la principal causa por la que, junto a su capacidad de apagar el ruido, están triunfando tanto estos fármacos. Porque, al final, cada persona que lo toma, se convierte en un anuncio andante del propio medicamento (“¿has visto cuánto ha adelgazado María? Parece otra”).
También es cierto, y todo hay que decirlo para no llevar a error a nadie, que algunas personas no experimentan una pérdida de peso significativa, aunque hayan experimentado episodios de saciedad temprana. En esas personas se hace evidente lo que, en realidad, es necesario en todos los casos siempre: crear hábitos.
La falta de entrenamiento en esa persona en concreto, la necesidad de aumentar ese gasto energético metabólico, es lo que la está frenando con la bajada de peso. Esto nos vuelve a llevar al tema de que estos medicamentos son una puerta de entrada estupenda para empezar a crear hábitos.
¿Sigue siendo necesario hacer dieta y ejercicio mientras se toma un medicamento para perder peso?
Sí, absolutamente es más necesario que nunca.
Mira, la pérdida de peso puede ser el objetivo, pero es importante no perder de vista otros resultados que son los que en fondo perseguimos de verdad con esa pérdida: mejorar nuestra salud general y reducir el riesgo de enfermedades.
Aunque una persona empiece a usar estos medicamentos, sigue siendo fundamental centrarse en la dieta para asegurarse de obtener toda la nutrición que el cuerpo necesita y optimizar la salud.
Otro factor a considerar es la composición corporal. El peso solo es una medida de la materia, pero no nos dice de qué proporción de materia está hecho nuestro cuerpo. Esto se conoce como composición corporal y tiene que ver con el porcentaje de masa grasa respecto a masa magra dentro del cuerpo. Para abreviar, lo que nos interesa para ganar salud es bajar la grasa corporal, pero manteniendo o aumentando la masa muscular.
¿Y qué pasa muchas veces con estos medicamentos? Pues que, como expliqué en detalle en este artículo, a medida que perdemos peso puede ser fácil perder músculo junto con el exceso de masa grasa. Es importante intentar mantener la mayor cantidad de músculo posible durante este proceso. Tener una mayor composición muscular tampoco se trata solo de verse bien; es fundamental para mantener una tasa metabólica más alta y nuestra salud a largo plazo. No tengo tiempo de detenerme en esto ahora, pero quédate con esta idea fundamental: mejorar tu masa muscular es mejorar tu salud por muchas razones.
Entonces, sabemos que mantener nuestra masa muscular es importante, pero ¿cómo lo hacemos exactamente? Las dos formas principales en que podemos prevenir la pérdida de masa muscular son mediante la actividad física y las proteínas de la dieta.
Pero además de eso, más allá de obtener la cantidad adecuada de proteínas, queremos asegurarnos de obtener suficiente fibra, vitaminas y minerales (todos esos micronutrientes) en nuestra dieta para optimizar nuestra salud. Llevar una dieta rica en fibra puede reducir el colesterol, mejorar la glucosa en sangre, combatir el estreñimiento y ayudar con la saciedad.
Conclusión: no vale con inyectarse estos medicamentos y olvidarnos de los hábitos.
Pero no me quiero desviar del objetivo de este artículo. Así que volvamos al hambre.
Un Momento… ¿el Hambre es un Enemigo?
Después de hablar del ruido alimentario es conveniente preguntarnos si el hambre es ahora el malo de la película y si somos tan víctimas de él.
¿Es el hambre un problema resolver?
Para arrojar algo de luz sobre esta pregunta, me ayudó mucho leer a uno de los investigadores cuyo trabajo contribuyó al desarrollo de los llamados agonistas de los receptores GLP-1, como Ozempic. En este artículo se habla de que este investigador cree que la pérdida del disfrute por la comida mientras se toman estos fármacos no solo es una pérdida, sino también una de las principales razones por las que los pacientes tienden a dejar de tomarlos. En definitiva, pierdes el hambre, pero el precio es que también pierdes el placer.
Pues quizá sea buen momento para recordarnos el viejo axioma de los griegos sabios: todo en su justa medida. Una cosa es acallar la necesidad de comer normal, ese apetito fisiológico sano, que corremos el peligro de definirlo como una debilidad o enemigo al que combatir; y otra es el ruido heavy-metal-non-stop que una persona con obesidad experimenta día sí y día también.
Por eso no veo estos medicamentos para su uso crónico, como algunos expertos señalan. Entre otras cosas por eso, por esa demonización del hambre a la que nos pueden abocar.
Te comparto un ejemplo para que lo veas más claro. Imagina que sacan un medicamento que nos permite estar sin dormir y ser más productivos con nuestra vida porque “resuelve” nuestra necesidad de descanso. No tiene sentido. Otra cosa es que una persona con narcolepsia se duerma continuamente. En ese caso, ese medicamento sí le puede venir muy bien. Pues así lo veo con los medicamentos moduladores del hambre.
En definitiva, no debemos considerar cualquier tipo de hambre como patológico, pero tampoco debemos menospreciar el ruido insoportable que genera en la cabeza de muchas personas que han perdido los mecanismos naturales que controlan ese hambre en su cuerpo.
Es importante hacer este matiz para no pasarnos de rosca tratando de silenciar el hambre. Sobre todo, porque la vida no nos colma de placer precisamente todos los días, así que quizás no convenga privarnos de los pocos placeres que, fisiológica y naturalmente, nuestro cuerpo nos proporciona. ¿No te parece?
Conclusión: la razón por la que triunfan los medicamentos para perder peso
Es el hambre. El hambre. Ozempic y todos estos medicamentos lo apagan. Acallan ese ruido alimentario que alguien que no lo haya sentido nunca no alcanza a comprender. Por eso existe a veces esa gordofobia y esas creencias tan opuestas y tan vehementes tomando partido en torno a estos medicamentos moduladores del hambre.
Aunque puedo pecar de actitud buenista diciendo esto —cuando yo también debo aplicarme este principio—, creo que haríamos bien en no juzgar a los demás cuando no sabemos realmente de lo que hablan. Ya has visto en este artículo que muchas personas tienen una experiencia con el hambre muy diferente a otras. Vamos, que en ocasiones se trata más bien de responder a la pregunta “¿de qué hablamos cuando hablamos de hambre?”.
Esto nos permitirá igualar los términos a los que nos referimos, ya que muchas veces comparamos peras con manzanas, en vez de peras con peras (o manzanas con manzanas).
En cualquier caso, al escuchar los testimonios de Ozempic y entender el alivio que ha traído a todas estas personas, entendí el éxito sin precedentes que estos medicamentos están teniendo y que no es difícil de predecir que vayan a seguir teniendo.
Que quede claro: no es solamente la bajada en el peso. Ese 15 % (o ese 21 % de la tirzepatida). Es sobre todo el alivio con la sensación de hambre continua. La liberación de ese ruido machacante y terrible con la comida.
Con este tipo de testimonios de Ozempic, tenemos un contexto para pensar que estos medicamentos pueden ser el cambio que muchas personas necesitan para vivir una vida más saludable y empezar el camino de los hábitos. De empezar a liberarse de la constante lucha con el hambre.
*Alfredo Andreu es farmacéutico colegiado 3228 (ficha) y dietista-nutricionista colegiado ARA00404 (ficha)
(Si te identificas con esta lucha, considera hablar con un profesional de la salud sobre Ozempic y descubre si puede ser la solución para ti.)